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México es un país reconocido por ser el centro de origen y diversidad de diversas especies de cultivos, especialmente en lo que respecta a la identidad nacional y los alimentos básicos que provienen de las tradiciones de los pueblos indígenas. Esto incluye las combinaciones naturales y el uso de organismos modificados genéticamente.
En tiempos recientes, he sentido que mi enfoque en la historia y la identidad se ha visto afectado, y es un proceso que me lleva a reconsiderar la manera en que me intereso por los medios y mi pasado, lo cual es un acto de auto-preservación.
El año 2024 trajo consigo una controversia en el ámbito periodístico en México, confrontando diversas opiniones sobre la situación actual del país.
Desde 2020, el gobierno mexicano no había emitido un documento oficial de las Naciones Unidas relacionado con la eliminación de ciertos transgénicos en la alimentación humana, programándose una revocación antes del 24 de enero. Esto genera inquietudes sobre el futuro de la agricultura en el país.
El Artículo 27 de la Constitución establece que el Estado debe “promover las condiciones para el desarrollo rural, cultural, económico y de salud, a fin de generar empleos y garantizar el bienestar de la población campesina”. Se enfatiza también en la promoción de actividades agropecuarias que utilicen semillas nativas y un manejo óptimo de la tierra sin cultivos transgénicos.
Frente a esto, surge la pregunta: ¿Es apropiado el uso de transgénicos? Es fundamental que el país evalúe cuidadosamente la expansión de cultivos genéticamente modificados y su impacto en el desarrollo agrícola y cultural.
Diversas reacciones han surgido entre la población, con algunas personas mostrando preocupación por los posibles efectos de estas decisiones, mientras que otros consideran que no es suficiente y quieren ver acciones más decididas. Sin embargo, tengo plena confianza en que este movimiento representa un avance significativo hacia un futuro más sostenible. Celebro la decisión de la presidenta, quien demuestra que el maíz es esencial para la identidad y la subsistencia del país.
