El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció en febrero una serie de aranceles del 25% sobre todas las importaciones de acero, los cuales ya han comenzado a aplicarse.
Brasil y México son algunos de los principales proveedores de este metal. En el pasado año, Canadá se destacó como la fuente principal de hierro, acero y aluminio enviados a EE.UU. En cuanto al aluminio, las principales naciones proveedoras fueran China, México, Brasil y Corea del Sur, según datos comerciales de EE.UU. del año anterior.
Ildefonso Guajardo, secretario de Economía de México, comentó que si el gobierno de Claudia Sheinbaum decide reaccionar con aranceles sobre el acero, esto se verá reflejado, pues México importa más acero de EE.UU. del que le vende. Pol Rotanto advirtió que si se imponen tarifas a las importaciones de acero, algunas industrias mexicanas, como la automotriz, se verán afectadas debido al aumento de costos.
Guajardo declaró que el acero es un bien fundamental utilizado en diversas cadenas productivas; por lo tanto, los aranceles al acero también impactarían la fabricación de artículos exportados, incluidos automóviles que requieren acero laminado. La exfuncionario enfatizó la importancia del acero en la producción de bienes de consumo.
En respuesta a estos aranceles, la Secretaria Sheinbaum informó que se evaluarán las posibles soluciones y materiales que podrían ser utilizados en la producción de diferentes bienes.
Analistas advierten que estos aranceles podrían complicar la producción local, ya que las industrias más afectadas incluirían la automotriz, construcción y electrodomésticos, lo que podría resultar en un incremento de costos de insumos clave.
Según diversos expertos y organismos, las tarifas impuestas por EE.UU. son consideradas como desbalanceadas; se sostiene que se importa más de lo que se exporta. Esta situación podría agravar aún más la balanza comercial y generar un impacto directo en el costo de vida de los ciudadanos estadounidenses.
