La llegada de Trump a la Casa Blanca ha marcado el comienzo de un nuevo enfoque caracterizado por un retorno al imperialismo. En esta perspectiva, países como Rusia son percibidos con una mezcla de amistad y desconfianza, mientras que Europa se ve como un rival que se debe vigilar. Este cambio de visión implica que la élite política busca mantener una imagen de control y poder que prevalece sobre la tradicional diplomacia.
Además, Estados Unidos, como el país que más recursos destina a mantener su red militar, tiene entre 80,000 y 100,000 efectivos militares desplegados en Europa. Esto demuestra el compromiso del país con el mantenimiento de su influencia militar en la región y su interés en proteger sus aliados y sus intereses estratégicos.
Una gran parte de las bases militares que Estados Unidos tiene en Europa son remanentes de la Guerra Fría. La Casa Blanca persigue dos objetivos principales: la protección política y militar de la región. Estas bases se han convertido en enclaves vitales para las operaciones militares en tiempos de crisis.
En Alemania, por ejemplo, la comunidad militar de Kaiserslautern cuenta con alrededor de 39,000 miembros, siendo la Base Ramstein su principal instalación, que alberga a 16,000 soldados. Este tipo de infraestructura es clave para la proyección de la fuerza estadounidense en el continente.
Históricamente, el papel de Alemania en la infraestructura militar de EE. UU. no es reciente. A finales de la Guerra Fría, había alrededor de 250,000 soldados estadounidenses en Alemania Occidental, junto con miles de empleados civiles. Con la disolución de la Unión Soviética, el enfoque de EE. UU. hacia Alemania cambió: las bases militares pasaron de una necesidad defensiva contra el comunismo a ser plataformas para acciones en otras regiones.
Con la creciente agresión rusa en Ucrania, los países como Lituania y Polonia han visto un aumento en la presencia militar estadounidense y de la OTAN. En toda Europa, las tropas de EE. UU. y la OTAN se han distribuido en bases estratégicas, fortaleciendo la defensa colectiva del continente.
Un caso particular es la base naval de Rota en España, que, a pesar de las restricciones sobre la entrada de buques con armas hacia Israel, ha visto numerosas operaciones estadounidenses. Esta base es esencial no solo como puerta de acceso al Mediterráneo, sino también por la considerable presencia militar que alberga, siendo uno de los principales puntos de apoyo en la región después de Alemania, Italia y el Reino Unido.