El Radicalismo es un contexto donde las personas están viviendo el fenómeno de Estados Unidos, que a su vez influye en México. El actor y productor Eduardo Verástegui, quien ya ha expresado su intención de postularse para las elecciones de 2024, ahora ha solicitado la creación de un nuevo partido bajo el movimiento vivaméxico. Aunque al igual que en el pasado, su camino no será fácil, los vientos republicanos que llegan desde Estados Unidos podrían darle un impulso adicional.
La exposición “Vida, Familia y Libertad” refleja posturas antiabortistas, una visión tradicional del matrimonio y un llamado a un estado mínimo. Las declaraciones públicas del actor, que se identifica como un ultracatólico decidido a combatir el ideario “Woke”, no dejan lugar a dudas sobre su postura. Se muestra alineado con figuras como Donald Trump, Javier Milei en Argentina y Santiago Abascal de Vox en España, quienes avanzan en sus propuestas. En este contexto, las grandes economías de América Latina, como Brasil y México, se convierten en un terreno codiciado por la ultraderecha.
La situación social y política revela un sentido de inquietud, donde los avances de alternativas políticas en países como Alemania, Italia y Francia sacan a la luz preocupaciones sobre la fragilidad de los sistemas. La crisis económica y política, junto con la desilusión hacia los partidos tradicionales, pueden abrirle camino a la ultraderecha en México. Compañías como Vox, junto a teorías impulsadas por el argentino Agustín Laje, podrían ser catalizadores de un cambio ideológico en el país, instando a una lucha constante por las creencias tradicionales.
La llegada de Trump al poder ha servido de inspiración para la ultraderecha tanto en México como en otras partes del mundo. Sin embargo, los desafíos son significativos. Verástegui necesitará contar con un respaldo económico sólido, sobre todo considerando la influencia de grupos católicos en el norte de México, que suelen tener lazos económicos con republicanos estadounidenses. No obstante, la situación económica del país y el abrumador apoyo a programas sociales también juega un rol importante.
Aunque no puede ser subestimado, el avance del nuevo partido de Verástegui en las próximas elecciones municipales y estatales será determinante. Si se demuestra éxito, podrían levantar nuevas preocupaciones sobre sus posibilidades en la carrera presidencial de 2030. Aún y con ello, la estructura del partido es un aspecto clave, y la idea de Verástegui como líder de esta ultraderecha es compleja. Grupos vinculados al Partido Republicano estadounidense están activos en México, lo que podría ofrecerles recursos adicionales.
Expertos como Rodrigo Castro Cornejo de la Universidad de Massachusetts Lowell observan el auge de la ultraderecha, pero son cautelosos sobre el potencial de un electorado dispuesto a respaldar más de estas ofertas. Argumentan que la reacción a temas como el matrimonio homosexual y el aborto podría no generar el apoyo que buscan estos candidatos. La politización de estos temas sociales será clave para el futuro de sus iniciativas.
La base de apoyo de la ultraderecha en Europa contrasta con las realidades sociales de México, donde las ayudas sociales tienen un papel crucial. Si bien Verástegui podría lograr posicionar un nuevo partido, el camino es largo, y infiltrarse en la ideología política mexicana requerirá paciencia y estrategia. Sin embargo, si la tendencia continúa, existe el riesgo de que se forje un nuevo orden político en el país.
