El este del mundo es un lugar donde la vida urbana se presenta con diversidad. El 1 de octubre, ocurrió un tiroteo en Chiapas que involucró a migrantes originarios de Egipto y California. Los incidentes limitan a la línea fronteriza: en el primero, un grupo cruzó desde el sur, justo al ingresar desde Guatemala; en el segundo, la tensión aumentó hacia el norte, en el acceso a Estados Unidos, donde algunos migrantes intentaron saltar. En ambas situaciones, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) justificó las acciones, argumentando que los soldados actuaron en defensa propia, disparando solo después de haber sido atacados.
Un supervisor del camión atacado declaró: “Nosotros teníamos armas, somos delincuentes, nunca se respeta”. Según relatos de los migrantes, no se hallaron casquillos, balas ni las armas que supuestamente utilizaron en el ataque. A pesar de eso, la relación entre la ciudadanía y el gobierno se complica, pues este último se considera responsable de garantizar la seguridad, mientras que el acceso y la protección se encuentran en discusión.
Los agentes encontraron una camioneta Super Duty gris y una SUV blanca. En el interior viajaban inmigrantes que, según los relatos, fueron atacados “en contra del ejército, quienes respondieron con fuego”, señalando en el comunicado que no se presentó evidencia contundente. En otra unidad, viajaban siete colombianos: dos de ellos perdieron la vida y cuatro resultaron “ilesos”. Un ciudadano mexicano, que actuaba como coyote, fue arrestado.
Los heridos fueron trasladados al hospital general de Tecate, donde recibieron el alta el mismo sábado y fueron entregados al Instituto Nacional de Migración (INM). El coyote se encuentra bajo custodia de la Fiscalía del Estado en Tecate, que ha iniciado una carpeta de investigación. Según Sedena, además de la camioneta, se incautaron “un arma corta, un chaleco táctico, dos cargadores para arma corta, tres cartuchos y nueve cargadores para arma larga”.
El evento constituye un punto crítico que la Sedena intenta explicar como una respuesta a la agresión de los migrantes. Según la versión, fueron ellos quienes abrieron fuego primero, obligando a los soldados a defenderse. Sin embargo, ha habido casos previos en los que solo los inmigrantes han estado involucrados. Autoridades han indicado que “se separaron de sus funciones” a ciertos militares, con el riesgo de que se les considere culpables en futuros sucesos de esta índole.
Hasta el cierre de este artículo, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, no se había pronunciado sobre la muerte de los dos migrantes colombianos. Su partido, Morena, al que también pertenece Manuel López Obrador, ha enfrentado críticas tanto de la oposición política como del ámbito académico por su gestión en infraestructura y seguridad. La gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila, del mismo partido, indicó que los “polleros”, o traficantes de personas, se mostraron “nerviosos” al observar a la Guardia Nacional y el ambiente de fuego cruzado. Las autoridades se han apresurado a distanciarse de cualquier responsabilidad en el incidente.
El gobierno colombiano lamentó los hechos de violencia ocurridos en Tecate, donde un grupo de migrantes, incluidos siete colombianos, se vio atrapado en un intercambio de disparos. Las circunstancias en las que se desencadenó esto aún son motivo de análisis y evaluación. La llegada de Claudia Sheinbaum al poder, quien asumió el cargo en octubre, ha coincidido con un aumento en la violencia y los asesinatos en todo el país, lo que genera preocupación acerca de su administración y su capacidad para enfrentar estos desafíos.
